Uno no piensa nunca que le va a llegar. Pero sí. Dentro de unos pocos meses, voy a pasar a otra categoría estadística, la última: más de 65 años. Entonces miro a mi alrededor para ver lo que me espera, qué se me ofrece para mi nueva vida (20 años más por estadística también).
Un panorama maravilloso: una comida para navidad, otra para la feria, y un paseíto al año. Se me olvidaba, hogares de jubilados. El nombre en sí no es muy alentador, pero peor la realidad. Son bares, un poco más baratos, con horarios que no corresponden a la función que tendrían que tener. ¿Cómo no se exige a las personas que piden la concesión de estos bares un programa de actividades? (No tengo tan mala idea para pensar que hubiera por allí enchufismo…). Se me olvidaba, también hay una televisión y seguramente (no lo he verificado) algunas cajas de dominó en un armario.
No hablaré aquí ni de soluciones a nivel social, ni de salud, sólo de vida de todos los días, de la concepción que se tiene de los “abuelit@s”. Se nos permite, o más bien exige, que trabajemos hasta los 67 años. Para eso somos válidos. Entonces, ¿por qué considerar que dejamos de existir en cuanto cumplimos años?
No hay que mentir tampoco. Sí, se nos permite ser abuelos, cuidar de los nietos, sentarnos al solecito en un banco. Vamos a ver, ¿no os parece que de una parte nos merecemos bastante más y que de otra podemos hacer bastante más? Hacer bastante más: tenemos una experiencia de vida, una experiencia profesional, que podemos transmitir a los más jóvenes. Hay posibilidades de intercambios entre personas mayores y niños por ejemplo, encuentros que son preciosos. Transmitir historias, costumbres, canciones. La memoria histórica no empieza en los juzgados, es algo vivo. En otras culturas ha habido consejos de ancianos, que eran los sabios.
Merecernos bastante más: simplemente porque somos todavía ciudadanos a parte entera, que hemos intentado hacerlo lo mejor posible, luchando durante muchos años a nivel individual o colectivo. ¿Cuál es la pregunta correcta?: “¿Qué mundo hemos dejado a nuestros hijos?” o “¿Qué hijos hemos dejado al mundo?” Creo que son ellos quienes tienen que contestar.
Tenemos que exigir otra cosa que aparcamientos bonitos con bancos y florecitas de espera al barco que nos llevará. Somos vivos, y tenemos que luchar para que estos últimos años sean de provecho, de alegría, para nosotros mismos y para los demás. Necesitamos planes contra la soledad, planes para seguir creciendo, aprendiendo, disfrutando de la vida, aportando a los demás todo lo que sabemos.
Y, por supuesto, para exigir hay que tener fuerza. Alternativa Mijeña va seguir exigiendo en su programa todo lo que acabo de exponer, como lo ha hecho siempre. Y nosotros, los de la tercera edad, los abuelit@s, tenemos que ser los primeros en decir: “Seguimos aquí y exigimos”.
Escrito por Alternativa, el Viernes, 11 de Marzo 2011
